viernes, 22 de octubre de 2010

Caminante, no hay camino...

... se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Sabias frases de Antonio Machado, posteriormente amenizadas con música por Joan Manuel Serrat. Pues bien, no he encontrado mejor forma de empezar este post sobre la vida, sobre las decisiones, y sobre los caminos que se abren y se cierran.
 
En la vida se presentan momentos en los que hay tomar decisiones. Decisiones que cambian tu futuro y te llevan por un camino desconocido. Decisiones más o menos acertadas y que, al fin y al cabo, van formando tu vida. A veces no depende sólo de nosotros, sino que son las decisiones de otros las que nos afectan, para bien o para mal. En ocasiones se presentan obstáculos, piedras que te hacen desviarte y, lo que hoy puede ser un fracaso, una frustración, una caída, quizá sea la oportunidad que te abra un nuevo camino, el bueno, el tuyo.


Esta es la historia de un conocido mío, que hoy, con la cabeza hecha un lío entre distancias, salarios y peras en vinagre, me ha dado por recordar. Es la historia de un chaval brillante, con estudios superiores, con buen conocimiento del inglés, y con un carácter bastante bueno para el trabajo. Tras una breve experiencia en una empresa menor, entró a formar parte de una gran empresa, una institución en la que le hacían un contrato a largo plazo, con el formalismo habitual de los seis meses de prueba. El chaval empezó con entusiasmo su nuevo trabajo y vio cómo pasaban los meses. La sorpresa llegó poco antes de cumplirse el plazo, cuando, sin mayor explicación, le pusieron de patitas en la calle. La denuncia por despido y posterior indemnización no borraron la amargura de la herida. Sin embargo, como bien reza el dicho, lo que no te mata te hace más fuerte. El chaval decidió dar un nuevo rumbo a su vida y optó por nuevos caminos, donde cada piedra que encontró la fue colocando una sobre otra, hasta alcanzar cotas y objetivos inimaginables. Esta es la historia de alguien que no se dejó vencer por la adversidad, de alquien que cayó, pero que aprovechó la caída para coger impulso e ir saltando los obstáculos que la vida le iba poniendo por delante hasta conseguir algo grande. Él encontró su camino, el bueno, el suyo.

Pues bien, esta historia la considero un ejemplo de que nunca sabes lo que te depara la vida. Lo que hoy es bueno puede que no sea lo mejor, y lo que hoy parece malo, puede que te abra nuevos caminos. Ahora, cuando mi futuro está en el aire, me doy cuenta que no sabemos qué decisiones, qué éxitos o qué fracasos tendrán la llave de nuestro destino. Por tanto, lo mejor es no dramatizar, analizar tranquilamente las opciones, los 'pros' y los 'contras' y decidir con conocimiento de causa todo aquello que está en nuestra mano. Si se acierta, será el tiempo el encargado de juzgarlo. Y si no, pues habrá que seguir buscando un nuevo camino, el bueno, el mío.

Al fin y al cabo, como dice el poema:

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar...


2 comentarios:

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