miércoles, 17 de febrero de 2010

Cervezas, frites y algo de paella

No, no me he olvidado del blog. Pese a que he estado un tiempo desaparecido en combate, aun no me decido a dejarlo del todo. A veces me entran ganas de escribir, así que lo mantendremos vivo como podamos. Una de las razones por las que me cuesta más escribir es, claro está, por falta de tiempo. La llegada de Patri, junto con mi adaptación al trabajo (con el consiguiente aumento del mismo) y el aprendizaje del francés me tienen absorbido. Por si fuera poco, los ratos libres los dedicamos a ir al gimnasio y a las otras labores, comprar, poner la lavadora, limpiar, ... Bueno, tengo que reconocer que tampoco participo demasiado en las tareas del hogar. Diría que hago lo justo, o un poquito más, así que tampoco me puedo quejar.

Y nada, aquí sigue el frío y la nieve, aunque algunos días sale el sol y a uno le entra la fiebre de salir y hacer cosas. El otro día fuimos a ver un ballet al Cirque Royal, Romeo y Julieta, como no podía ser de otra forma para el día de San Valentín. Diré que no fue el mejor espectáculo que he visto, por no decir que fue un poco truño. No he visto cosa más aburrida... Menos mal que después se arreglo un poco la noche. Hicimos nuestro particular estreno en el Delirium Café, el bar más conocido de Bélgica, ubicado en un enclave que data del siglo XVIII y en el que se pueden degustar más de 250 tipos diferentes de cerveza. Estuvo divertido y me gustó bastante el ambiente. Curioso el elefante rosa que tienen como emblema...

Después, nos fuimos a coger el NOCTIS (el autobús nocturno) y ahora os contaré lo que nos pasó. Resulta que el citado autobús sale cada media hora, y nosotros llegamos con un poco de adelanto. Me metí en un sitio a comprar 'frites' (patatas fritas), que aquí son lo más de lo más, para zamparnos por el camino... Tras un poco de cola, conseguí mi ración de frites para llevar y allí que nos fuimos a subir al autobús. No contábamos con el guardián del centeno, el conductor del bus, que nos prohíbía la entrada. Sus argumentos iniciales fueron que no se puede comer en el autobús, a lo que yo le respondí que no pretendía hacer eso, sino que me las llevaba a casa. Ante esta respuesta, y tras sucesivos movimientos negativos con la cabeza, optó por decirme que el problema era el olor que desprendían las patatas, lo que me dejó verdaderamente desconcertado. Yo le insistía en que no me bajaba, que no era justo, y que llamara a la policía si quería...a lo que reaccionó apagando el motor del autobús... como diciendo, hasta que no te bajes esto no se mueve. Además, la gente del autobús intentaba hacerle ver al conductor que no era tan grave, que no iba a comerme las patatas y tal y cual, pero bueno, finalmente, viendo su estado de obstinación y para evitar males mayores optamos por bajarnos del autobús, ante la satisfecha mirada de nuestro verdugo... En fin, una pequeña anécdota para irnos a la cama. Finalmente, nos comimos las frites tranquilamente en el bar y cogimos el siguiente autobús ...

Y no se qué más. Sigo con mis partiditos de fútbol sala los domingos y con el objetivo de correr los 20km a finales de mayo... Además, el otro día hicimos nuestra primera intentona de paella, que acabó en un completo fracaso. Sin embargo, no desistiremos y seguiremos insistiendo. Hay que tener en cuenta que la hacemos en sartén, con la complicación añadida que esto conlleva. Excusas baratas, vamos. En fin, dejo algunas fotos del evento...

 

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