jueves, 25 de marzo de 2010

Y, de pronto, llegó la primavera

Así es, como un reloj, el 20 de marzo empezó oficialmente la primavera. Y claro, como aquí en Bruselas, las cosas oficiales se toman muy en serio, ese mismo viernes desapareció el frío invernal de las últimas semanas y se instaló un tiempo apacible que aún continúa. Será que realmente ha acabado el invierno. Para celebrarlo, y por si acaso se le ocurre volver cuando no debe, lo que hacen los belgas es darle muerte, literalmente. Claro está, es algo simbólico, pero no deja de ser curioso ver como, pocos días después de acabar las Fallas en Valencia, queman un 'ninot' que representa al invierno. En fin, solo faltaba la Fallera mayor pronunciando la famosa frase: "Senyor Pirotécnic, pot començar la mascletá". Aquí, en vez de ser la fallera la que prende la mecha, se trata de una bruja, con su escoba mágica, quien se encarga de incendiar y acabar con el invierno. Vamos, como si se tratara de un hechizo mágico...

Y claro, una vez quemado y bien quemado, hay que celebrarlo. Concierto, cerveza y alegría por doquier... Todo sea por tener una excusa para celebrar algo.

Cambiando de tema, el otro día, ojeando alguna guía de Bruselas, vi algunos sitios que nos quedaban por visitar de la ciudad, por lo que no nos quedó más remedio que ir a poner la correspondiente banderita. Me llamó la atención principalmente el Pabellón Chino y la Torre Japonesa, que se encuentran en el Parque de Laeken, al Noreste de Bruselas, muy cerca de otro de los símbolos de la ciudad, el Atomium.

Resulta que uno de los reyes belgas, Leopoldo II, se encaprichó con este tipo de monumentos, por lo que mandó construir ambos cerca de su residencia, en el Parque de Laeken. Desde entonces, allí se encuentran, como sacados del lejano Oriente, el Pabellón Chino, enorme y espectacular, y la Torre Japonesa, con su color rojo característico. Hoy día se utilizan como atracción turística y para acoger exposiciones temporales.

Tras la visita, nos acercamos hasta el Atomium, y aprovechamos para hacerle una sesión fotográfica. Tengo que reconocer que el Atomium es una de las cosas que más me ha impresionado de Bruselas. Es enorme y realmente espectacular. Está claro que a los belgas les van los extremos, o algo que te sorprende por su pequeñez, como el Manneken Pis, o algo que te sorprende por su grandeza, como el Atomium.


Y poco más, con la llegada del buen tiempo, empieza a haber movimiento y ganas de viajes. En nada, visita relámpago a España y después, súper-viaje a Escocia. La cosa pinta bien...

1 comentario:

  1. Plutarco de Alejandría31 de marzo de 2010, 13:25

    Ese átomo gigantesco reproduce la vida misma, en concreto las relaciones humanas. Se puede ser el átomo del centro que se relaciona con todos o el de cualquiera de la periferia, menos relacionado pero por otro lado también menos agobiado por las fricciones que tanta relación puede producir. Lo mejor es ser el del centro o el de la periferia según convenga en cada situación, según el equilibrio emocional de cada ser...

    ResponderEliminar

 

Free Blog Counter