jueves, 17 de diciembre de 2009

Viaje a París

Finalmente, y tras más de un mes amarrado a Bruselas, llegó la hora de viajar. Aprovechando la visita de Patri, nos dirigimos a la que algunos llaman la Ciudad del Amor, y otros, la Ciudad de la Luz. De una u otra manera, el tema es que nos fuimos a París con la intención de descubrir los encantos que nos tenía reservados.

Durante los tres días que estuvimos recorriendo la ciudad, nos dio tiempo a disfrutar de sus principales atracciones turísticas, que no son pocas. Se trata de una ciudad con mucha historia, en la que han dejado huella una gran cantidad de personajes ilustres. Entre todos ellos, destaca Napoleón, quien mando construir muchas de las actuales joyas de la ciudad.

El primer día lo empezamos con uno de los símbolos de París, la Torre Eiffel, de 330 metros de altura, que fue durante más de 40 años el edificio más alto del mundo. Optamos por subir a pie, como mandan los cánones, los más de 700 escalones hasta el segundo nivel. El esfuerzo se vio recompensado por la espectacular vista a la llegada. Además, aprovechamos para retomar el aliento y apagar la fiebre fotográfica que se había despertado en nosotros. No exagero si digo que sólo de la Torre Eiffel hicimos más de 100 fotos... Ya en tierra firme, abajo, nos dedicamos a pasear por los alrededores para apreciar más claramente la inmensidad de la Torre.

Más tarde, tras cruzar el río Sena, nos dirigimos hacia la Plaza del Trocadero, que albergaba un Mercado de Navidad para la ocasión. Probablemente, las mejores vistas de la Torre Eiffel sean desde aquí, lo que explica la marea de gente que se agolpa en la Plaza para hacer fotos. Continuamos nuestro camino hacia el Arco del Triunfo, otro de los puntos importantes de la ciudad, contruido por Napoleón tras su victoria en la batalla de Austerlitz. Aquí empieza la Avenida de los Campos Elíseos, considerada como la más bella y con más glamour del mundo. Sus casi dos kilómetros de longitud desembocan en la Plaza de la Concordia, coronada por el obelisco de Luxor. Además, una enorme noria le daba a la estampa un sabor navideño.


Por último, y ya bastante agotados, cruzamos el Jardín de las Tullerías para llegar al Museo del Louvre, uno de los más grandes del mundo, y en el que se guarda la joya de Leonardo da Vinci, la Mona Lisa, tan de actualidad con los libros de Dan Brown. Así, tras más de 10 kilómetros en nuestros pies, nos dirigimos al hotel para recobrar fuerzas. Por la noche, llegaba el momento de París la nuit. Fuimos a la zona de Pigalle buscando el Moulin Rouge, aunque nos quedamos un poco decepcionados por el ambiente que se respiraba. Es una zona bastante cutre, la verdad, pero bueno, la foto era fundamental.


El sábado lo empezamos en la Plaza de la Bastilla, famosa porque fue el punto de inicio de la Revolución Francesa, tan importante en el futuro de la civilización. De ahí, nos trasladamos a la Ile de la Cité, los orígenes de París. Se trata de un pequeño trozo de tierra rodeado por el río Sena, y desde el cual fue creciendo la ciudad hasta llegar a ser lo que es hoy. En el centro de la isla, se encuentra la Catedral de Notre-Dame, famosa entre otras cosas porque allí habitaba jorobado Quasimodo en la novela de Víctor Hugo. En fin, aquí se respira historia por los cuatro costados... La foto siguiente muestra el río Sena, bordeando la Ile de la Cité, y el Pont Neuf (el más antiguo de la ciudad).


Tras esto, y para no aburrir demasiado, visitamos los Invalides, donde está enterrado Napoleón, la zona de St. Germain, y la Escuela Militar, para volver al río Sena para realizar el obligado crucero por el Sena a bordo de uno de los barcos. La noche caía, y la Ciudad de la Luz aparecía ante nosotros...

Para el domingo dejamos uno de los platos fuertes de París, en mi opinión lo mejor de la ciudad, la Iglesia del Sacre-Coeur, construida en la cumbre de Montmartre, la zona bohemia de la ciudad, donde se reúnen los pintores, músicos y demás artistas.

En conclusión, diré que me encantó París, más incluso que la primera vez que la visité, hace ya casi 7 años. Cómo pasa el tiempo...

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